Chile es uno de los países de la región que más se ha destacado por el avance en materia de descarbonización de centrales eléctricas. La meta establecida para 2040 es contar con una matriz eléctrica 100% descarbonizada y, de hecho, uno de los últimos avances en la materia es la más reciente aprobación de la Ley de Almacenamiento de Energía, la cual propicia una mayor participación de las energías renovables en la matriz eléctrica nacional con foco en su almacenamiento.
Si bien la iniciativa promete traer consigo grandes beneficios para el país, el desafío en la materia no es menor dado que la implementación de baterías permitirá contar con mayor disponibilidad de energía renovable cuando la potencia de cada fuente (eólica, fotovoltaica o solar) no sea capaz de suministrar los kWh necesarios para mantener un servicio estable, pero ¿qué ocurrirá cuando esta fuente genere intermitencia y haya periodos de descontinuación del servicio?
En el caso de la energía solar, a pesar de conocer los horarios de salida y puesta del sol, aspectos como la radiación difusa o inconvenientes causados por las nubes son algunos de los factores que pueden afectar la disponibilidad de esta energía. Por su parte, la fuerza de generación de la energía eólica también puede verse afectada por motivos naturales que son incontrolables por el ser humano. Es aquí entonces cuando surge el desafío de cómo asegurar que el país pueda contar con una matriz eléctrica 100% descarbonizada, y que al mismo tiempo garantice el 100% de disponibilidad energética.
Frente a este panorama, existen tecnologías como los condensadores sincrónicos —motores que se conectan al principio de la red eléctrica para regular la tensión y potencia en la red— que, si bien son equipos bastante complejos de implementar, sirven como generadores rápidos de energía para cubrir estas fallas de intermitencia causadas por la naturaleza.
Su diferencia con las baterías radica en que estos equipos almacenan en menor cantidad energía proveniente de la fuente natural y en caso de intermitencia en la red inyectan energía a la misma de forma mucho más rápida, asegurando disponibilidad energética inmediata por periodos de tiempo más cortos.
Por su parte, las baterías de almacenamiento logran acumular una mayor cantidad de energía que es liberada a la red por un tiempo mucho más prolongado. Generalmente cuando se utilizan este tipo de baterías los condensadores sincrónicos no suelen activarse, porque la disponibilidad energética dentro de las baterías es constante, lo que asegura que la red de transmisión mantenga un servicio estable cuando la fuente energética natural no esté activa.
“Ambos equipos vienen a complementar las exigencias que toda matriz eléctrica 100% descarbonizada requiere para un funcionamiento óptimo. Sin embargo, a pesar de los beneficios de esta tecnología, la industria carece de proveedores expertos que aseguren su correcta implementación y puesta en marcha. Dados los altos costos que este tipo de proyectos implican no hay cabida para los errores, por lo que contar con un equipo especializado en la materia se vuelve fundamental para el desarrollo de ingeniería en estos proyectos”, destaca Ángela Castillo, Business Development Director – Energy & Process Industries para Black & Veatch Latinoamérica.
En línea con lo anterior, también destaca que “según los estudios realizados a la fecha, la salida de las carboneras y la mayor penetración de energías renovables variables pueden reducir la potencia de cortocircuito del sistema, haciéndolo más frágil (especialmente el norte del país donde hay mayor presencia de este tipo de generación). Allí, ante una falla en el sistema en un escenario de descarbonización se puede producir la desconexión de algunos parques solares o eólicos ante la menor potencia de cortocircuito, lo cual sería insuficiente para evitar ese riesgo. Por esta razón es de vital importancia considerar la instalación de condensadores sincrónicos, ya que son equipos capaces de controlar la tensión en el sistema para mantener la operación segura y económica”.
“Si el actor que interviene en este tipo de proyectos no ejecuta los proyectos de manera eficaz, el proceso de descarbonización de la red será mucho más lento, lo que impactará en los incentivos del sector público y privado para apoyar este tipo de iniciativas, así como de parte de las fuentes de financiamiento. La futura red eléctrica deberá ser capaz de soportar dinámicas cada vez más complejas en la transición, pasando desde el uso de recursos síncronos convencionales a recursos basados en electrónica de potencia o inversores. Por ende, la clave para propiciar este tipo de proyectos es contar con un equipo experimentado que asegure confiabilidad en la red, y en Black & Veatch contamos con el know how global necesario para este tipo de desarrollos”, agrega.
Para finalizar, Castillo destaca que “el mercado global está avanzando y va por buen camino, y el punto a favor de Chile es que cuenta con excelentes capacidades naturales para alcanzar el objetivo de construir a futuro una matriz energética 100% limpia. Solo hace falta que la colaboración público-privada esté totalmente alineada y se confíe en las capacidades que como país podemos potenciar”.